“A más dignidad médica más satisfacción de los pacientes“
La foto de la reunión histórica del miércoles pasado en Madrid de todos los sindicatos médicos de España, que representan a los 158.000 médicos que trabajan en la Sanidad Pública del Estado, es el mejor mensaje que se puede mandar a la administración, partidos políticos, colectivo médico y ciudadanos. Los objetivos: recategorización profesional (A1 Plus), exclusividad de competencias profesionales y recuperación de paga extra, recortada desde el 2010.
Todos nos jugamos mucho -sobre todo los pacientes-, porque el indiscutible liderazgo y la preeminencia de los médicos en la pirámide sanitaria no se está reconociendo, se está cuestionando y está sometido a una operación de acoso y derribo desde hace un tiempo. Si algo concita la convergencia sindical sanitaria es la defensa de los elementos identificatorios de la profesión médica que están en el ADN médico desde tiempo inmemorial y que garantizan una asistencia de calidad y calidez, que es lo que demandan y necesitan nuestros pacientes. A más dignidad médica más satisfacción de los pacientes.
La vocación la ponemos nosotros, pero a la administración le corresponde complementar con un reconocimiento social y retributivo justo. Así lo ha explicado el secretario general de Metges de Catalunya, Xavier Lleonart, al afirmar que «la reconfiguración de los grupos profesionales que recoge el EBEP en base al Plan Bolonia se debería haber hecho hace casi 10 años». El médico pasa por «seis años de carrera, más un año de estudio, para hacer frente a unas oposiciones durísimas y cuatro o cinco años más de formación especializada, con jornadas semanales de 50, 60 o 70 horas. El reconocimiento debe estar a la altura de dicha exigencia formativa y sacrificio personal». Es necesaria una revisión de los grupos de clasificación recogidos en el EBEP y hay que recoger las reivindicaciones que todos los sindicatos médicos pusimos en la mesa en la última comparecencia en noviembre de 2022-. y es la necesidad no solo de un estatuto específico para el personal facultativo, sino de que se articule una categoría para el colectivo médico diferenciada y superior, todo ello sobre la base de la formación y la responsabilidad que el ejercicio de la profesión supone. «Estamos en una crisis profesional y el médico necesita reconocimiento, y el grupo de clasificación específica es mucho más que el aspecto retributivo», introducía Tomás Toranzo, presidente de CESM.
El principal argumento de esta reclamación se sustenta en que, según la normativa actual, los licenciados y graduados en Medicina (360 ECTS frente a los 240 de la mayoría del resto de Grados) acreditan su titulación con un nivel Máster que se corresponde con un Grado 3 MECES nacional y un nivel 7 del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF), una categoría que está limitada a determinados grupos profesionales por el número de créditos necesarios para su formación y la responsabilidad que conlleva el desempeño de sus funciones en el Sistema Nacional de Salud.
Aparejada con esta necesidad está la preocupación del traslado de competencias, que son exclusivas de los profesionales médicos, a otras categorías profesionales. En los últimos años estamos viendo cómo, ante la ausencia de facultativos en determinados puestos del SNS, se recurre a otros profesionales para asumir funciones que son exclusivas del colectivo médico, según la LOPS del 2003, lo cual, incluso en los casos en que pueda hacerse al amparo de una normativa legal promulgada ad hoc representa un fraude para los ciudadanos y un riesgo para la calidad asistencial.
La recuperación de la paga extra
Otra reivindicación histórica es la recuperación de la paga extra, jibarizada por Zapatero desde el 2010, que ha supuesto un agravio económico de 15.000 euros de media y de 240 millones de euros a la totalidad de los médicos de la sanidad pública. La identidad profesional médica se basa en una serie de valores y atributos que marcan nuestra idiosincrasia: ciencia, con-ciencia, alto nivel competencial, deontológico, bioético, comunicacional, técnico, asistencial, competencia interactiva, organizativa y la excelencia profesional que exige un gran compromiso formativo durante toda nuestra trayectoria, que fundamenta nuestro alto capital de conocimiento. Todo esto complementado con un muy alto nivel de responsabilidad. Pero el principal elemento definitorio del colectivo médico es la relación médico paciente, – ya descrita en el código de Hammurabi-, y la alianza terapéutica ahora en riesgo, por una serie de factores. Ese es el gran legado transgeneracional médico que merece la más alta consideración social, a través de la declaración de patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO. La pandemia fue un gran escenario donde se demostró el gran componente vocacional y de servicio a la ciudadanía. ¿O es que hay mayor testimonio que los 150 médicos en activo muertos por la COVID? No merecemos ni el maltrato institucional (ahí están los agravios históricos), ni la negligencia de la administración. No es posible una Sanidad Pública de calidad sin solvencia económica. En derrota transitoria pero nunca en doma.
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