Como no puede ser de otra forma, puesto que estamos en la misma casa y compartimos la misma condición e inquietudes profesionales, la CESM en pleno alienta a los médicos de Cataluña y Galicia a que se sumen con determinación a las jornadas de huelga convocadas para los próximos días.
Los paros contra los recortes sanitarios en marcha serán de 48 horas en Cataluña (días 15 y 16 de noviembre), mientras que en Galicia se han fijado, en principio, para el día 16.
Hay muchas razones para que todos los médicos españoles veamos en estos dos casos el exponente del malestar que empieza a embargar a la profesión ante las políticas compulsivas y miopes que están dejando entrever nuestros gobernantes estatales y autonómicos.
Que la crisis económica es real y dura, nadie lo niega. Pero ya hemos dicho en otras ocasiones que el deber de los políticos que están ahí para conducir las riendas de la sociedad, consiste en actuar con sensibilidad y mucha inteligencia, lo que significa que a la hora de plantear recortes al gasto público hay que hacerlo fijando un orden de prioridades.
Dicho con claridad: hay pilares del Estado del Bienestar que deben preservarse en lo posible, y entre ellos se encuentra por derecho propio la Sanidad.
Si quieren, hablamos de ello cuando se acometa la poda del amplio porcentaje (¿20 por ciento?, ¿tal vez más?) de los presupuestos públicos que hoy se dilapidan o se emplean en actuaciones más o menos prescindibles.
Pero mientras eso no suceda, cebarse en los servicios esenciales –y el sanitario, insistimos, es uno de los pocos que merecen tal nombre- es, si cabe hablar así, que creemos que sí, inmoral.
Somos conscientes de que la huelga debe ser un recurso extremo. No nos gusta recurrir a él si puede evitarse. De ahí que cuando los médicos damos ese paso, la población deba entender que estamos verdaderamente preocupados, y que no hay otra salida para dejar patente nuestra voluntad de defender los estándares de calidad de nuestro sistema asistencial.
