Nuestras expectativas se centran ahora en que el Parlamento la bloque en el debate que tendrá lugar en el segundo semestre de este año
“Estamos ya en pleno siglo XXI y resulta que nos quieren imponer un horario laboral que es propio del XIX”. Esta es la valoración que le merece a Patricio Martínez, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), la nueva directiva sobre trabajo aprobada ayer por los ministros comunitarios del sector, que en el caso concreto de los facultativos puede conllevar jornadas de hasta 65 horas semanales.
La normativa comunitaria anterior fijaba un máximo de 48 horas semanales para los médicos, incluyendo en ese cómputo las guardias de presencia física en los centros. Sin embargo, con la modificación introducida ayer a instancias del Reino Unido y Alemania, y que contó con la única oposición de España, Grecia, Hungría y Malta, los períodos de atención continuada no contarán en su integridad, de lo que se deduce que la jornada en hospitales y centros de salud se ampliará hasta horarios propios del siglo XIX.
Los cambios fundamentales que se han introducido consisten en algo tan equívoco como considerar tiempo “inactivo” los períodos de guardia en que no se realice una actividad asistencial directa, así como facultar a las empresas para que lleguen a acuerdos generales o particulares con los médicos que permitan hacer excepciones (mediante la cláusula bautizada como op-out) a la actual normativa laboral. El resultado de ello serán largas jornadas de trabajo, amplificadas además por el hecho de que se deroga el derecho al descanso tras las extenunantes guardias, que en el caso de los hospitales pueden llegar a las 17 horas. En definitiva, los médicos pueden verse obligados a trabajas hasta 25 horas o más seguidas, con el riesgo que eso conlleva para la calidad asistencial.
EL PARLAMENTO DEBE CONVALIDAR LA MEDIDA
El intento de proceder a la reforma de la directiva que regula el tiempo de trabajo de los médicos venía de lejos, concretamente desde septiembre de 2003, y tiene como telón de fondo el hecho cierto de que la aplicación de las 48 horas como jornada máxima semanal (guardias incluidas), conlleva la necesidad de ampliar las plantillas en un contexto definido por la escasez de profesionales y el peso creciente que tiene la sanidad pública en los presupuestos estatales. No obstante, los facultativos hemos dejado claro que ése no es nuestro problema, y que las soluciones deben venir por otro lado que no sea el de restringir algo tan básico como el derecho al descanso y. relacionado con ello, la correcta atención que se merecen los pacientes.
Los sindicatos europeos, en consencuencia, no hemos dejado de oponernos a esta medida desde entonces. Las presiones se han encauzado básicamente a través del Comité Permanente de Médicos de la UE (CPME) y la Federación Europea de Médicos Asalariados (FEMS), de la que CESM forma parte desde 1994, y a ellas se ha debido en buena medida que la reforma se mantuviera bloqueada hasta ayer. Los profesionales españoles desean agradecer, en este sentido, la labor que viene realizando el eurodiputado Alejandro Cercas, de quien se puede decir que ha sido el catalizador y principal oponente al cambio de directiva.
La posibilidad cierta de que el último consejo de ministros de trabajo de la UE diese luz verde a la modificación de la directiva fue advertida en el X congreso nacional que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ha celebrado este fin de semana en Toledo. Tanto Claude Wetzel como Carlos Amaya, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la Federación Europea de Médicos Asalariados (FEMS) se hicieron eco de ello y avanzaron que la respuesta podría consistir en una “eurohuelga” que ponga de manifiesto la contrariedad de los profesionales. No obstante, los médicos tienen por ahora el objetivo más inmediato de conseguir que el Parlamento Europeo bloquee la reforma cuando se someta a debate a lo largo del segundo semestres de esta año.
UNA MEDIDA SOCIAL REGRESIVA
Patricio Martínez, nuevo secretario general de la CESM, ha recordado, por su parte, que la oposición de los médicos a una medida así se basa en que es una medida social regresiva que dificulta conciliar la vida laboral y familiar, además de poner en riesgo la calidad de la asistencia, “porque un médico cansado, como cualquier otra persona, no puede realizar su trabajo en óptimas condiciones, de lo que se deduce que son los propios ciudadanos, y potenciales pecientes, los más interesados en que a los médicos no se nos maltrate laboralmente”.-
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martes, 10 de junio de 2008.
Publicado por: CESM