Dos días fatídicos

Por el Dr. Miguel Lázaro.

Crash. De nuevo el lado oscuro de una dramática realidad emerge súbitamente – así es la vida- y nos conmueve y remueve insoportablemente. Dos muertes por suicidio, de personas jóvenes.

Los suicidios son naufragios emocionales, que desgraciadamente han aumentado en nuestra sociedad y sobre todo en personas jóvenes y vulnerables, sobre todo en situaciones muy estresantes tales como el acoso en sus múltiples modalidades.

La complejidad de la mente humana contrasta con el volumen y el peso – kilo y medio-del órgano que rige nuestras vidas. El cerebro humano es un cableado a veces imperfecto, con cien mil millones de neuronas establecen infinitas conexiones. Desgraciadamente algunas de ellas no tienen como objeto la autoconservación sino la autodestrucción

Yo metaforizo que nuestro cerebro es como la tarjeta visa, a veces entra en quiebra total y el psiquismo se desborda como un gran tsunami (depresión, desamparo, desesperanza) o páramo emocional (desafección total por los que queremos) y se activan circuitos que conducen a un gran auto y heteroagresividad. Todos tenemos un circuito autodestructivo, que puede ponerse en marcha por enfermedades mentales graves, consumo de tóxicos, acontecimientos negativos. Una situación traumática y dolorosa, que no puede ser elaborada psíquicamente es “vomitada” a través del daño. Cuánto sufrimiento insoportable en la cueva inhóspita de la soledad.

Aunque las conductas autolíticas no son clónicas, si que hay evidencia con patología mental grave (patología dual, depresión graves, trastorno bipolar, esquizofrenia y trastornos límite de la personalidad y en menor medida en los trastornos adaptativos ). Es decir, tratar esta patología, de forma precoz y adecuada nos permitirá disminuir de forma importante la conducta suicida.

La triada maligna es la depresión, con sentimientos de desesperanza y culpa. “no quiero ser una carga” y los autorreproches autoculpabilizadores, que cual mafia mental extorsiona una y otra vez a nuestra autoestima, la solo-edad o déficit de vínculos de apoyo social (a veces no hay carencia, pero los sentimientos de culpa, vergüenza y de indignidad son tan abrumadores que no se pide ayuda, instalándose un nihilismo salvaje en el que él no, la nada y él nadie tiranizan el resto de la actividad mental) . Si existe patología depresiva previa el factor gatillo puede ser cualquier situación traumática y dolorosa o cualquier acontecimiento vital que nos genera miedo, ansiedad e incertidumbre.

Estamos preparados para soportar muchas cosas, pero la soledad psicológica. (buscada en los pacientes gravemente deprimidos) es el peor de los tormentos, por encima de la muerte. Una situación traumática y dolorosa, que no puede ser elaborada psíquicamente es “vomitada” a través del daño.

Por otra parte no hay acto humano más enigmático que el suicidio. La autopsia psicológica de las conductas suicidas busca rastrear la intrahistoria que subyace en la conducta autodestructiva. Tenemos los hechos, pero desconocemos el guión. La clave siempre está en el manejo de dos elementos: individualizar y contextualizar el fenómeno a nivel interpersonal y social. Hay que tener en cuenta muchos factores causales: su biografía, su personalidad, su contexto familiar, social, vincular la existencia de antecedentes de patología psiquiátrica y sobre todo su estado mental en los días previos.

Deben de seguir implementados en programas de detección precoz y tratamiento de la patología mental grave así como de la prevención de suicidio. Deben de ponerse más recursos en la lucha contra el injusto rechazo y estigma que soportan los enfermos mentales y sus familias. Deben de ponerse en marcha de estrategias sanitarias, sociales, educativas y jurídicas políticas que reduzcan situaciones de riesgo psicosociales,

Y sobre todo debe de priorizarse a nivel presupuestario la SALUD MENTAL CON MAYÚSCULAS.

Ahora hay que centrarse en el acompañamiento de los familiares en su proceso de duelo, que tiene muchas probabilidades de complicarse. Mi más sentido pésame para todos.

En sus peores momentos la vida humana no es algo trágico, sino carente de significado o sentido. Pero seguimos siendo personas y aunque el alma esté rota, la vida prosigue.

Ah y recuerden aun, aquí y ahora que estamos en derrota pero nunca en doma.

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